Antonio Muñoz Degrain nace en Valencia en 1840
Era hijo de un padre relojero que consiguió que iniciara sus estudios de Arquitectura, pero Muñoz Degrain pronto abandonó estos estudios para dedicarse a la pintura, inscribiéndose en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia en la que desde 1852 a 56 cursó varias especialidades destacando en el área de paisajes.
Su carácter fogoso y exaltado le hace plantearse un imprescindible viaje a Italia, pero dada su precaria situación económica decide hacerlo a pie, y lo hace, era 1856 y nuestro protagonista tenía 16 años, nada conocemos sobre estas primeras andanzas italianas, pero parece que volvió pronto, no sabemos si también lo hizo a pie, lo cierto es que cuando Carlos de Haes toma posesión de la Cátedra de Paisajismo en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, esta disciplina toma un nuevo rumbo y allí está nuestro protagonista.
La nueva tendencia pictórica está muy condicionada por la clientela, personas de la alta burguesía que piden cuadros “bonitos”, de medio o pequeño tamaño y preferiblemente paisajes.
Nuestro personaje asimila perfectamente el carácter cuidadoso y detallista de las obras de Carlos de Haes y se consolida como un excelente paisajista.
En esta línea de actuación en 1867 presenta en la Exposición Nacional de Madrid uno de sus cuadros más memorables “Paisaje del Pardo al disiparse la niebla” obra maestra en el arte paisajístico de un joven pintor de veinticuatro años; ganó una mención honorifica, interesante premio para un joven nuevo en esas lides en las que dominaba la pintura histórica y el paisaje se consideraba un tema menor.

En estos inicios se ha apoyado en su amistad con Bernardo Ferrándiz, amistad que daría sus frutos a los largo de toda su carrera artística.
En 1870 su amigo Ferrándiz le pide que se traslade a Málaga, donde él estaba, porque le necesita para una obra inmensa que tenía entre manos, la decoración del techo del Teatro Cervantes.
Muñoz Degrain acepta, colaborando en la obra citada pintando los fondos del gigantesco cuadro y finalmente se queda en Málaga.
En 1881 presenta en la Exposición Nacional su cuadro “Otelo y Desdémona” que obtiene la primera medalla y además le permite recibir una beca del Gobierno para viajar a Italia y perfeccionar su arte. Un ilusionado Antonio Muñoz Degrain parte hacia Roma visitando también, como no podía ser de otra manera, Venecia y Florencia.

Estuvo varios años en Italia y en 1884 envía a la Exposición Nacional el que sería su mejor obra “Los amantes de Teruel” gigantesco y excelente cuadro que obtiene, sin discusión, la primera medalla, esta obra es de tal excelencia que es considerada la pieza clave en el auge de la pintura española del siglo XIX, y naturalmente a partir de este momento su fama y fortuna asciende meteóricamente.

En 1887 se traslada a Madrid donde había conseguido la plaza de profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y hace algunos trabajos en la capital como el retablo del Santo Sepulcro en la iglesia de San Francisco el Grande. A la muerte de Carlos de Haes se hace con la cátedra de Paisaje de Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Entre sus alumnos de ese periodo estaba un joven de catorce años llamado Pablo Ruiz Picasso, quien regaló a “su querido maestro” una acuarela de “Viejo liado en una manta” que realmente es el padre de Picasso enfermo.
En esta época pinta otros de sus grandes lienzos “La conversión de Recaredo”

En 1901 es nombrado director de la Real Academia de Bellas Artes, cargo en el que continuó hasta 1912 en que renunció.
En 1919 le encargan pintar algunos cuadros para el recién inaugurado Palacio Municipal de Málaga.
En sus últimos años Muñoz Degrain se reparte entre Valencia y Málaga, en Valencia le hacen un gran homenaje y erigen un monumento en su memoria. También por esas fechas la Academia de Bellas Artes de Málaga inicia una suscripción para erigir un monumento similar en Málaga, pero no consigue recaudar la cantidad necesaria, en su lugar le nombran “hijo predilecto” por aclamación entusiasta. Algún tiempo después por fin pueden levantarle el monumento requerido.
Muere en Málaga en 1924 con 84 años, el ayuntamiento de Málaga sufraga el entierro y acuerda erigirle un mausoleo en el cementerio de San Miguel.