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El triunfo de Baco de Velázquez.

El triunfo de Baco de Velázquez fue pintada sobre el 1629, cuando el famoso pintor holandés, Pierre Paul Rubens, estaba en España como embajador de su país, los Países Bajos.
El triunfo de baco

El triunfo de Baco, También conocido como Los Borrachos

Nuestro Velázquez, como Pintor de Cámara es el encargado de atenderle en su faceta artística y rápidamente se entiende que esta comunicación fue la iniciación al barroco del joven Diego bajo la mano y tutela del maestro Rubens.

Para Rubens nuestro Velázquez no era más que un joven que empezaba el duro camino de la pintura y se permitió aconsejarle y guiarle por los primeros escollos de la actividad pictórica.

Influencia de la visita de Rubens a España.

En la cual nuestro pintor, como miembro de la Corte Real, le acompañó y aprovechó para recibir importantes enseñanzas de pintura, pensamos que fruto de lo cual fue su cuadro de “El triunfo de Baco”, quizás fue un ejercicio que se impuso, o le impuso el poderoso Rubens, para apreciar el grado de comprensión que nuestro amigo había asimilado de las enseñanzas del flamenco. 

Analicemos el mencionado cuadro

El cuadro de El Triunfo de Baco tiene dos partes claramente diferenciadas, la parte de la izquierda está dedicada a la mitología, el dios Baco y sus acompañantes.
Baco, un jovenzuelo blancuzco, de escasa musculación y de aspecto general bastante fofo, recuerda al Baco de Caravaggio, que ciñe distraídamente, su atención se centra en algo que ocurre a su derecha, una corona de pámpanos sobre la cabeza de un aspirante a ser miembro de la cofradía de adictos al dios Baco.
Este aspirante  es un joven militar,  se nota por la daga que exhibe en su espalda y el tahalí que se la cruza, y aparentemente está presentado por un personaje a su derecha de larga capa color mostaza que brinda u ofrece un vaso de vino melado.
Contrastando con el blancuzco cuerpo del dios a sus espaldas un sátiro de cuerpo moreno y musculado, aparentemente hay una cierta hirsuted que nos permite vislumbrar su pelaje de macho cabrio, también brinda con una elegante copa, mientras un músico alegra con una zanfoña la escena, este músico está apenas dibujado sobre la imprimación de fondo del cuadro, rojo de Esquivias, pero es suficiente para darle la forma y la acción necesaria y cierra la escena por la izquierda.

En el centro dos personajes típicamente manchegos.

Claros especímenes de la Mancha más profunda que nos enseñan y ofrecen un tazón de rico vino de la tierra, están orgullosos de su vino y nos lo enseñan para incitarnos a beberlo, parece que ellos ya lo han probado con largueza.
El triunfo de baco

Dios le ampare hermano

El cuadro El Triunfo de Baco se cierra por la derecha con un personaje que se ha acercado al grupo, en el libro del propio Museo del Prado, lo identifican como un forastero que se presenta y ofrece un saludo al dios Baco, pero no estoy de acuerdo, solo hay que verlo para comprender que la imagen representa a un pedigüeño que se ha acercado al grupo y extiende su mano solicitando una limosna, el último personaje de la derecha, que el catálogo del Prado califica como “individuo mal barbado”, se lleva la mano al corazón al decirle “Dios le ampare hermano”.

Este pedigüeño está también apenas dibujado sobre el fondo terroso de la imprimación, pero deben observarse sus manos y el gesto tan natural que forman, el exquisito dibujo que Velázquez ha efectuado.
Un detalle chocante en el Triunfo de Baco, si se mira a los pies del dios Baco hay unos objetos, una jarra de cerámica y otra de vidrio, alguien, quizás el propio pintor, o tal vez otra persona, pensó que no destacaban lo suficiente y no tuvo otra idea que rebordear su silueta con un tono más oscuro. Barbaridad pictórica que ahí persiste al paso del tiempo y da un carácter fugaz a este cuadro, como si fuera un ensayo de Velázquez, o si no ¿quién tuvo la osadía de hacer semejante corrección? Quizás el propio Rubens, corrigiendo la obra de su joven amigo.
Nunca lo sabremos.
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