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Francisco de Goya

La biografía de uno de los más reconocidos interpretes de la pintura española del siglo XIX comienza en el XVIII cuando en el pueblo zaragozano de Fuendetodos nace en 1746 un niño, su padre se llamaba Braulio José Goya y era muy reconocido en Zaragoza como maestro grabador y dorador, su madre Gracia Lucientes pertenecía a una familia de la pequeña aristocracia, venida a menos, de hecho la casa en que vivían en el modesto pueblo de Fuendetodos pertenecía a un hermano de su madre, pues su vivienda propia estaba en Zaragoza siendo su estancia en Fuendetodos provisional por obras en su casa. Coincidió esa estancia con el nacimiento del quinto hijo de la familia a quien pusieron por nombre Francisco.

Y en Zaragoza nos lo volvemos a encontrar cuando nuestro joven amigo Francisco de Goya, con trece años, ya ha terminado su formación elemental en las Escuelas Pías, pero parece que no mostraba especial interés en seguir estudiando y, como tenía una cierta facilidad para la interpretación artística, su padre decide ponerlo bajo la tutela de José Luzán, un amigo de la familia, perteneciente a una familia en la que había varios doradores con los que José Goya había colaborado en algunas obras, este Luzán era, en aquella época, el pintor más reconocido en Zaragoza y tenía un gran prestigio conseguido al haber trasmitido las últimas tendencias de la pintura italiana, ya instalada en el rococó.

Biografía Francisco de Goya

El joven Goya ingresa en 1760 en la Academia de Dibujo de Zaragoza y allí está durante cuatro años, en los que recibió una muy completa educación artística, además del dibujo aprendió geometría, perspectiva y teoría y prácticas de las imágenes.

Ya pasada esta primera fase de aprendizaje Goya se traslada a Madrid en 1763, entrando en contacto con Francisco Bayeu, pintor de la Corte, con quien estudia y también trabaja, Goya colaboró con su maestro en los bocetos de la que se considera la mejor obra de Francisco Bayeu, “La caída de los Gigantes” que adorna el techo del besamanos de las estancias de Sus Altezas los Príncipes de Asturias en el Palacio Real de Madrid. El boceto que se preparó para esta obra, evidentemente firmado por Bayeu, está en Museo del Prado, tiene un tamaño 68×123 y se pintó en 1768.

Al año siguiente Goya marcha a Italia, viaje costeado por él mismo y quizás por ayudas, aunque escasas, de su familia, está dos años y visita el Lazio, el Véneto, la Liguria, la Umbría entre otros sitios, y se gana la vida pintando, su obra más conocida de esta época la pintó en Parma en 1771, donde se había convocado un concurso con un tema único, “la entrada de Anibal en Italia”.

Nuestro hombre hace los bocetos pertinentes y finalmente entrega su obra “Anibal vencedor contempla por primera vez Italia desde los Alpes” una obra magnifica, una obra de estructura formada por dos claras diagonales con unos tonos muy atenuados, nada del vibrante colorido del barroco, destacan los grises y los colores pastel, la imagen tiene todas las alusiones a la pintura heroica, con ángeles, diosas, coronas de laurel, alegorías y demás instrumentos al uso, como detalle de esto último destaca en el ángulo inferior izquierdo una figura humana con cabeza de toro, en un escorzo algo forzado, que sostiene un cántaro del que mana agua, representa el rio Po. Particularmente me parece la figura de Anibal un tanto amanerada, la obra no tuvo ningún premio, pero fue muy alabada por la crítica.

Biografía de Goya

Esta obra estuvo en paradero desconocido hasta que a finales del XIX fue adquirida por el historiador y arqueólogo Fortunato Selgas, a cuya Fundación pertenece actualmente, sin que se identificara al autor. En 1994 el cuadro se dio a conocer en el Museo del Prado como obra de Goya, recuperándose su historia.

Goya vuelve a Zaragoza

En el mismo 1771 vuelve a Zaragoza y ese año presenta un boceto para un fresco titulado “La adoración del nombre de Dios” que adornaría una bóveda de la Basílica del Pilar, su obra fue aceptada y nuestro hombre pidió 15.000 reales que le fueron concedidos, la obra la pintó a lo largo de 1772.

Durante algún tiempo sigue esta línea de pintura religiosa, generalmente frescos, pero a finales de 1773 se desplaza a Madrid para casarse con la hermana de Bayeu, Josefa Bayeu, y ya se queda en Madrid, pues Mengs le llama para formar parte de los pintores de la Corte, seguro que Bayeu, cuñado de Goya y amigo de Mengs, tuvo alguna intervención en esta decisión.

Tras algunas pruebas finalmente en 1775 se hace cargo de la tarea de diseñar cartones para la Real Fábrica de Tapices.

Técnicamente hablando es una tarea menor para un pintor, pero para Goya significa introducirse dentro de la pintura cortesana, y aprovecha la ocasión. Al principio se trataba de adaptar a las técnicas de tapices obras de pintores reconocidos y siempre bajo la aprobación de Mengs.

Pronto Goya empezó a diseñar él mismo los motivos para sus cartones, siempre dentro de una línea costumbrista popular muy apreciada por la aristocracia local, se divertían con las andanzas y picaresca de chulos y manolas, esta tendencia al llamémosle casticismo estaba muy arraigada en la aristocracia que gustaba de disfrazarse de gente popular y así concurrir a sus propias fiestas.

Goya pintó más de 60 cartones y lo hizo en varias series, se han clasificado en 4 épocas

La primera entrega fechada entre mayo y octubre 1775 son nueve cartones con motivos cinegéticos para tapices que adornarían el comedor de la residencia de los Príncipes de Asturias, Carlos y María Luisa, en San Lorenzo del Escorial

La segunda serie desde 1776 al 1778, con 10 cartones para adornar el comedor de los Príncipes en el Palacio del Pardo.

Debe de dejar momentáneamente el trabajo de cartonista pues le salen un par de grandes encargos, ambos de tema religioso, uno en la Catedral del Pilar de Zaragoza, una cúpula, y otro en Madrid en San Francisco el Grande, un altar.

Rápidamente Goya se hace con fama de retratista y entre 1780 y 86 se dedica exclusivamente a retratar a personajes de la aristocracia, la corte o conocidos personajes populares.

Goya nombrado pintor de cámara

Cuenta con importantes amigos dentro de la aristocracia madrileña, de la mano de grandes amigos como Jovellanos, escritor y político, Cea Bermúdez historiador y crítico de arte, tuvo acceso a la pequeña corte del Infante don Luis de Borbón y era amigo personal de los Duques de Osuna.

Como cuñado de Bayeu, pintor de Cámara de la Corte pintó varios retratos de Carlos III, pero su gran salto como pintor lo realiza en 1788 cuando a la muerte de Carlos III le sucede su hijo Carlos IV, en 1789 se le encarga un retrato del rey y de su esposa la reina María Luisa de Parma, como consecuencia de este retrato el Rey nombra a Goya Pintor de Cámara, con un sueldo anual de 50.000 reales y coche propio.

Curiosamente Goya, a pesar de su cargo, realiza relativamente pocos retratos Reales, su clientela sigue siendo la aristocracia, y los personajes relacionados con las artes y las letras sin olvidar a personajes populares.

De esta fecha, 1780, es su famosa “Maja desnuda”, inicialmente denominada “Venus”, hermoso cuadro de 97×190, es un retrato a tamaño real de una mujer desnuda que recostada en un sofá mira sonriente, con cierta inocente picardía, al espectador. Parece ser que fue un encargo de Godoy, quien tenía un gabinete secreto en el que guardaba pinturas de natural erótico, allí tenia a “La venus del espejo” de Velázquez y un par de desnudos de Tiziano, seguramente los pedidos por Felipe II, que también tenía un “gabinete secreto”.

Esta pintura, tachada de escandalosa, le costó a Goya una citación de la Inquisición, pero no conocemos cual fue el fin del proceso, pero aparentemente Goya no salió perjudicado.

Pintó con posterioridad otra imagen similar, con una técnica más suelta, la misma mujer en la misma postura y en el mismo sofá, pero vestida de maja y así se la llamó: “La Maja”, por lo que rápidamente ambas se adjudicaron los nombres con los que pasaron a la posteridad: “La Maja vestida” y “la Maja desnuda”

Existe la leyenda de que mujer que posó para este cuadro fue la Duquesa de Alba, en aquellos tiempos muy amiga de Goya, pero no está demostrado, es solo un cotilleo popular.

Francisco de Goya

En 1793 viajando por Andalucía nuestro personaje empezó a sentir preocupantes síntomas: mareos, perdida de equilibrio, grandes dolores de cabeza y perdida de la audición, hoy día no se conoce la enfermedad que pudo causarle estos trastornos, de los que paulatinamente se recuperó, pero nunca recobró la audición, se especuló con la posibilidad de un envenenamiento por plomo o mercurio, pues Goya se fabricaba él mismo sus pinturas, y muchos pigmento contenían estos minerales, pero no está probado que esos sucediese.

Goya se quedó sordo para siempre.

Mejor cuadro como pintor de cámara

En 1800 acomete el que quizás sea su mayor y mejor cuadro como Pintor de Cámara, “La familia de Carlos IV” esplendida obra de 280×336, naturalmente hoy en el Museo del Prado.

Retrato familia Carlos IV

Goya, gran admirador de Velázquez, quiso hacer una evocación de sus “Meninas” y, de forma muy sutil, se pinta él mismo a la izquierda detrás de un lienzo en actitud de estar pintando, pero no es lo mismo, cuando Velázquez se autorretrata en “las Meninas” nos hace ver que está pintando un retrato de los reyes, Felipe IV y Mariana de Austria, aquí no sabemos a quién está pintando Goya.

El cuadro nos presenta a trece personajes, sin contar a Goya, incluido un bebe de un año en brazos de su madre, están Carlos IV y su esposa María Luisa de Parma y seis hijos e hijas, el segundo por la izquierda, con casaca celeste, es Fernando, Príncipe de Asturias, que sería su sucesor como Fernando VII, en el cuadro tendría unos dieciséis o diecisiete años, a su lado Goya pinta a la que podría ser su prometida, pero como no existía aún hace el juego de situarle la cara en sombra, esta es una teoría, hay otra que parece que va ganando adeptos y es que, en el grupo,  falta la hija mayor la infanta Carlota Joaquina, en aquellos momentos fuera de España, por lo que también se especula con que esa figura femenina sin cara, corresponde a este personaje y que Goya se encargaría de completar cuando volviera, también están representados dos hermanos del rey y el marido de la infanta María Luisa, el Príncipe de Parma, a su lado una figura femenina de perfil de difícil y diversa identificación.

En 1808 se produce la invasión de tropas francesas, que, con la excusa de atacar a Portugal, consiguen el paso libre a través de España, pero sus intenciones eran muy otras, como conclusión el pueblo español se alza en armas y se producen violentos encuentros entre franceses y españoles, parece que esas fechas Goya se desplaza a Zaragoza a petición del general Palafox y durante el viaje y la misma ciudad es testigo de escenas brutales que no duda en trasladar al papel, son 82 grabados que reflejan hechos de extrema crueldad y que parece que el presenció o le contaron.

Hacia 1814 Goya, que parece pasar por una delicada situación económica, propone al Regente, cardenal don Luis de Borbón, la realización de algunos cuadros que representen hechos notables de los pasados enfrentamiento con las tropas francesas, ocurridos hace seis años. El Regente, que conocía a Goya de muchos años, le responde de inmediato y le asigna un sueldo mensual de 1.500 reales de vellón así como los materiales necesarios para que Goya realice sus proyectos.

Es evidente que Goya no presenció las escenas que pinta, quizás se inspiró en unos grabados realizados por Tomás López de Enguidanos un par de años antes y así surgen los cuadros titulados “El dos de Mayo” o “La carga de los mamelucos” y “El tres de Mayo” o “Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pio”

La carga de los mamelucos
Goya

El primero es un cuadro vibrante lleno de acción con colores vivos y brillantes, el segundo es menos colorista, la acción ocurre de noche a la luz de unos fanales, tan diferente del anterior que llegó a dudarse de la autoría de Goya, hoy esa opinión está totalmente descartada.

A principio de 1819 Goya adquiere una finca, situada en lo que hoy es el distrito de Latina, era una propiedad bastante grande y se la conocía como la Quinta del Sordo, haciendo referencia a la sordera de su inicial propietario no a la de Goya, quien vivió en ella hasta que tuvo que huir por motivos políticos a Francia, dejando la quinta a su nieto Mariano

Y en Burdeos finalmente se asentó, viajó hasta Paris, su último cuadro conocido “La lechera de Burdeos” fue su último cuadro pintado en 1827, su débil salud se resintió a causa de una caída en su casa y en 1828 falleció. Fue enterrado en el cementerio bordelés de Le Charteuse en una tumba junto a su amigo Miguel de Goicoechea y tras un periodo de olvido en 1888, se procedió a su exhumación, encontrándose que los restos de Goya estaban mezclados con los de su amigo Goicoechea y, como curiosidad, la cabeza de Goya había desaparecido, su cuerpo y el su amigo finalmente recibieron sepultura en1919 en la ermita de San Antonio , bajo la cúpula que él mismo había pintado.

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