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Las Meninas – Velázquez

Pues si, resulta que el primer selfie de la historia fue Las Meninas, más adelante te cuento por qué, ahora vamos a ponernos en situación.

Las Meninas fue pintada en 1656,  Velazquez tenia 57 años, en plena madurez artística, es uno de sus últimos cuadros, pues falleció en 1660, cuatro años después, de una enfermedad hoy por hoy no identificada (terciana sincopal minuta sutil) y que pocos días después se llevó también a su esposa.

Universalmente nadie cuestiona la calidad de esta excelente obra, ni su sorprendente concepción. En todos los cuadros del mundo el artista pinta lo que ve, o imagina, en este cuadro singular el pintor refleja lo que está viendo su modelo, algo realmente insólito.

Esto, produce una confusión mental al espectador que intenta analizar la obra que está viendo ¿Cómo puede el artista retratar a unos personajes que le están de espalda? o ¿Cómo se puede estar viendo a los personajes retratados y al mismo tiempo al artista que lo está haciendo?

Las Meninas de Velázquez

Primer análisis de Las Meninas.

Es evidente que un pintor tiene recursos técnico-pictóricos para hacerlo, no seamos tan simples de pensar que pintó a los personajes de memoria, el pintor solía primeramente, en sus cuadros de personajes, hacer bocetos o pinturas previas de las caras y actitudes de los integrantes del grupo, como el más normal de los pintores.

Este cuadro fue llamado inicialmente “La familia de Felipe IV”, título que, visto en este momento, aparentemente le  viene un poco largo, pero quizás menos de lo que parece, pues por los detalles que se descubren en los análisis radiológicos que se hicieron previamente con motivo de su restauración, (1984 por John Brealey, Jefe Dpto Restauración, M Metropolitano NY)

Podemos corroborar que Velázquez lo esbozó e hizo posar a sus personajes con la excusa de hacer un retrato doméstico-familiar, porque evidentemente, tanto la infanta Margarita como las Meninas, los bufones, la dueña y demás personajes tuvieron que posar ante el, pero además el cuadro se cerraba por la izquierda, donde después figura el propio pintor, con la figura de otra dama que bien podría ser la hija de Felipe IV e Isabel de Borbón: Mª Teresa de Austria, jovencita de dieciocho años, quien posteriormente, cuatro años después (Junio 1660), se casaría, con el rey francés Luis XIV (una unión desafortunada).

Aquí si tiene más sentido el nombre de “La familia de Felipe IV”, pues estas dos princesas eran las únicas hijas con los que contaba en aquellas fechas, pero también parece justificado suponer que era doña Marcela de Ulloa quien ocupaba esa posición.

Una vez esbozado el trabajo a realizar quizás no fue de su gusto, tenía ante sí un lienzo enorme, y quizás se le ocurriera componer una muy otra disposición, pues dado el tamaño del soporte esta distribución de personajes dejaba un espacio excesivo en la parte superior.

Tal vez empezó a jugar con volúmenes, con espacios y con personajes de forma que la ocupación del lienzo fuera más coherente hasta que ¡¡Eureka!! le pareció dar con la composición ideal.

Pasó a doña Marcela, al lado derecho y en su lugar se situó él mismo, esta acción es la más comprensible, pues sería gran desacato quitar a la infanta Mº Teresa para ponerse él, dejando a la vista la trasera del cuadro que iba a pintar, que le ocupaba parte de la zona vacía superior del cuadro, lo que daba volumen y perspectiva a toda la acción del cuadro y profundidad a la habitación, es así como consigue un todo homogéneo que se encuadra perfectamente en las dimensiones del lienzo

Esta sorprendente composición formaría un cuadro con una factura aparentemente convencional, lo admirable es haber imaginado esta composición, este juego de figuras o esta broma pictórica, en honor de su amigo (guardando las distancias) el Rey Felipe IV.

Seguramente conocen esa frase, supuestamente de Felipe IV, que dirigió a su aposentador y hábil pintor “Siempre pintas las cosas que ves, me gustaría que pintaras las que veo yo” que yo sepa esta frase no está legitimada, pero da un magnifico pie a la historia de esta cuadro.

Nos encontramos pues frente a un cuadro en el  que el tamaño de un cuadro justifica la dimensión del cuadro completo. ¡una locura!, bueno volvamos al cuadro.

Observando la pintura podemos deducir que el cuadro que está pintando es en sí su autorretrato  y en él está posando, y simulando dar las últimas pinceladas a un cuadro que mágicamente  es uno de los protagonistas de la obra, está en primer plano y marca, y justifica prácticamente, el tamaño del lienzo.

Por supuesto conocemos a los personajes, la habitación, los cuadros que la decoran e incluso podemos intuir en que época del año fue pintado.

Muy posteriormente Federico Madrazo, a la sazón director del Museo del Prado (1838 – 1857), fue quien lo bautizó como “Las Meninas”, ignorando a la Infanta y al maestro Velázquez.

Personajes:

  • Infanta Margarita de Austria, con quizás seis años.
  • Isabel de Velasco, que hace una gentil reverencia.
  • María Agustina Sarmiento, ofreciendo un búcaro de agua a la infanta.
  • Mari Bárbola (María Bárbara Asquín).
  • Nicolasito Pertusato.
  • Marcela de Ulloa, viuda de Diego de Peralta Portocarrero.
  • José Nieto Velázquez aposentador real de la reina, al fondo
  • Un guardadamas desconocido
  • El propio Diego Velázquez
  • Un magnifico y paciente mastín
  • Un lienzo de 318 x 276

Bien vayamos ya al propio cuadro.

Es una hermosa pieza de 318 x 276, está formado por tres piezas verticales de tafetán de lino cosidas muy estrechamente, siendo las de la derecha y centro de igual ancho, el de fabricación, y la de la izquierda algo más estrecha, en resumidas cuentas el ancho total del lienzo es de tres varas y un tercio según la medición de la época, las costuras son visibles rozando la parte derecha de la cara de Velázquez y cruzando totalmente la de Isabel de Velasco.

Según Carmen Garrido (Jefe del Gabinete de Documentación Técnica del Museo Nacional del Prado y Conservadora del Cuerpo Consultivo de Museos) Las Meninas fue imprimado por el propio autor con amplias aplicaciones bien a espátula o a brocha con una mezcla de aparejo  en el que ya iba incluido el color de fondo, posiblemente “tierra de Esquivias”

El cuadro parece pintado “a la prima”, algo bastante común en la obra velazqueña, apenas un boceto para el encaje de las figuras, lo que sí solía hacer era retratos previos de los personajes principales.

Las Meninas está pintada en el llamado “Salón de los Cuartos del Príncipe” una hermosa estancia de casi veinte metros de largo por seis de ancho, situado en la planta baja del Alcázar Real, que posteriormente se convirtió en salón de pintura para los siguientes pintores de Cámara.

La habitación está decorada con copias de cuadros famosos, reproducciones hechas por Martínez del Mazo, se sabe el nombre de todas ellas por los inventarios de Palacio que se conservan, pero lo que no figura en ninguno de ellos es el espejo en el se reflejan las imágenes de Felipe IV y Mariana de Austria.

Analizando la propia pintura podemos intuir que el cuadro ya está terminado, el autor aparece vestido “de bonito”, yo diría que se ha autorretratado un tanto “rejuvenecido” (cierta coquetería masculina), y no viste el habitual guardapolvo de trabajo que le libraba de las manchas de pintura.

Otro dato es que el cuadro ya ha sido bajado al suelo, normalmente durante la ejecución de estos cuadros monumentales se instalaban en una especie de andamio sobre el que se situaba el lienzo y que permitía al artista trabajar en las partes bajas de lienzo lo más cómodamente posible, aquí el cuadro ya está apoyado en el suelo, fuera del andamio, el propio Velázquez está simulando usar una paleta pequeña y un pincel fino con colores claros, indicio que, de estar pintando, lo está en los últimos retoques, normalmente brillos o similares.

Observen una pequeña incidencia en la pintura, la puerta del fondo, en la que ve al aposentador de la reina, tiene el dintel rebajado, pero no ha recortado el maestro la puerta por lo que los cuarterones aparecen como cortados por la parte de arriba, dando la impresión de que la puerta es más grande que el hueco y que, evidentemente, no puede cerrarse.

Pero reparen Vuesas Mercedes en que precisamente esa puerta abierta, ese golpe de luz es el que marca las dimensiones y volumen del grupo, es quien nos permite intuir la distancia al fondo y por lo tanto el volumen reflejado en el cuadro. Determina y crea el “aire” del cuadro y, por cierto, le da una nitidez infinita.

Naturalmente el cuadro cuya trasera vemos es, a juzgar por su tamaño, el propio cuadro de Las Meninas, luego estamos viendo simultáneamente el cuadro por delante y por detrás, ¡¡algo insólito!! Además es el propio cuadro el que marca, al estar más adelantado que las demás figuras, los límites reales del espacio escénico en el que se mueven los personajes.

Hay una cosa que me choca profundamente, el lienzo del cuadro no aparece en los bordes del bastidor como correspondería, allí debería estar clavado, pero no es así, apenas unos ridículos entrantes y eso en una obra que debería conocer perfectamente como está montado el lienzo sobre el bastidor, es una de las cosas que más me ha sorprendido de este cuadro.

Se me hace difícil entender que el lienzo está clavado de frente al bastidor, dado lo que se ve parece indicarnos que esté pegado, no es una tontería, por lo que he leído los lienzos solían pegarse al soporte, pero nunca lo he leído referido a lienzos tan grandes, se supone que Velázquez sabría lo que se hacía.

Por lo tanto, viendo Las Meninas, podemos intuir que el lienzo estaba pegado al bastidor, no clavado. Estos bastidores eran fijos y rígidos, el bastidor ajustable que conocemos hoy día se inventó bastante avanzado el siglo XVIII.

También podemos incluso intuir la época del año en que se pintaron Las Meninas; entre Octubre y Noviembre.

No es difícil, se sabe que en Octubre, con la llegada de los primeros fríos, se extendía en el suelo del Salón del Príncipe una alfombra de lana que mitigaba el helor de la solería original de frías losas rojas y blancas, más tarde de Noviembre el frio era demasiado intenso, pues en aquella estancia no parecía haber medios de calefacción, ¡tenía poco uso y era demasiado grande! La alfombra está extendida, por lo tanto ya estamos en otoño-invierno, posiblemente Octubre.

Querría hacer un inciso sobre algo que el pintor dominaba y aquí olvida: las manos, nuestro pintor siempre “presumió” de su calidad en la representación de manos, pero aquí justamente las obvia, son apenas trazos apenas sugeridos, solamente las manos izquierdas de Isabel de Velasco y lo propia infanta tienen algo de precisión en el trazo y la forma, el resto incluidas las suyas son apenas trazos esbozados.

Si unimos el hecho de que el lienzo estuviera únicamente pegado al bastidor, algo como provisional, que el cuadro en algunas zonas, las manos, estén solo esbozadas, sin terminar, que el error de la puerta no se haya corregido y que el propio autor se exhiba como pintando, que la imagen de los reyes en el espejo es un ”reflejo imposible en un espejo que no existió”, nos da pie a pensar que Las Meninas no era un cuadro serio, era más una broma, pero al rey le gustó y se lo quedó.

Es curioso e intrigante que Velázquez que había luchado toda su vida por no ser conocido como pintor, la pintura era una habilidad que le acompañaba y le divertía, pero él realmente se reconocía como un alto funcionario de palacio, en este cuadro va y se retrata como pintor, y no solo eso, pintor de cámara, pero no olvida exponer que al cinto lleva la llave de Aposentador Real, quizás fue una forma de reconocimiento agradecido a esta cualidad artística que fue precisamente la que le permitió no vivir de la pintura.

Quizás la intención fue retratarse “pintando”, eso justificaría su porte y atuendo, que no es lo mismo que asumir que él era un “pintor”.

Y probablemente se sintió muy orgulloso cuando este cuadro se instaló en el despacho privado del Rey, entre otros retratos de miembros de la realeza, a Mayor Gloria de don Diego Velázquez.

En el incendio del Alcázar, Nochebuena 1734, éste fue uno de los cuadros que se salvaron, según parece consiguieron separarle del soporte, recuerden que estaba solamente pegado, y lo salvaron enrollándolo.

Quiero terminar con una frase que el pintor Salvador Dalí contestó cuando le preguntaron qué parte del cuadro le parecía mejor:

Yo me quedo con el aire, porque el aire que contiene este cuadro es el mejor del mundo

Y hasta nuestros días.

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2 comentarios en «Las Meninas – Velázquez»

  1. Un selfie del siglo SVII !! Qué moderno Velázquez !! Según escribes, parece que hay razones para pensar que el cuadro no estaba terminado : el error de la puerta, las manos ejecutadas con pequeños trazos, el lienzo solamente pegado al bastidor….. Pero, por otro lado, el cuadro ya en el suelo, el pintor despojado de su guardapolvo y con un pincel fino… hace suponer que sí estaba terminado.
    Realmente no sé lo tomó en serio?

    1. Justamente esa es la idea que yo he sacado, lo que ocurrió es que parece que a Felipe IV le gustó tanto que se lo quedó tal como estaba. Próxima propuesta «el descendimiento» de van der weyden

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