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Música en las Tullerias de Manet

Música en las Tullerias es un cuadro pintado por Manet en 1862, mide 76 x 116 y se encuentra en la National Gallery de Londres.

Manet fue el pintor menos impresionista de los que así se encuadraron en ese movimiento, su pintura normalmente era de una técnica ortodoxa, no así sus temas, antes de esta obra ya había pintado “Almuerzo en la hierba” obra que ya fue muy criticada en su momento.

Música en las Tullerias fue mal recibida por la crítica, se llegó a decir que:

”arañaba los ojos como la música de feria hacia sangrar los oídos”

Pero hay que reconocer que esta obra fue un excelente punto de partida para otras posteriores y no solo de Manet.

Aquí usa una técnica muy elemental de pintura bastante sencilla, las figuras no están excesivamente definidas y sin embargo son reconocibles, tienen movimiento y se puede adivinar sus actitudes, algo realmente innovador.

Se nota que para Manet es más importante lo que quiere contar que cómo lo expresa y eso se nota en su pincelada suelta y colores elementales. Es palpable el bullicio de personas de elevada clase social, los caballeros con chaqué y chistera y las damas con trajes de fiesta y sombreros, pero todos con una exquisita elegancia natural que Manet no se resiste a representar.

Música en las Tullerias está dividido horizontalmente por medio de la línea de chisteras, la parte inferior es bulliciosa y policroma y la parte superior es el contrapunto sereno con fuertes manchas verticales y un excelente tratamiento del follaje, incluyendo una cuña de cielo que permite “respirar” a la composición.

Músicas en las Tullerias
Música en las Tullerias de Manet

La historia que cuenta es la siguiente

El palacio de las Tullerias, que fue la residencia de Napoleón III, fue incendiado y destruido durante la Comuna de París, quedando de él solamente sus jardines y los pabellones del Jeu de Paume y L’Orangerie, pero eso aún no ha pasado, estamos en la época anterior a la guerra Franco-prusiana, en aquella época Manet era un rico personaje, hijo de padres ricos que vivía desahogadamente.

Los jardines del Palacio se abrían al público tres días a la semana y en ellos se ofrecían conciertos a los que asistían la alta sociedad parisina. Se supone que estamos en un descanso y, en esos momentos, todo el mundo se reúne de forma amigable a charlar, comentar o cotillear los temas mundanos del momento.

Las figuras están apenas abocetadas, tratadas con pocas pinceladas, pero tan certeras que son capaces de proporcionar los suficientes elementos, para que las figuras sean identificadas, es evidente que es un cuadro para mirar desde una cierta distancia, de cerca es apenas una sucesión de borrones de muy difícil comprensión o identificación. A pesar de la simplicidad del trazo parece evidente que las personas retratadas serian identificables por los habituales asistentes a estos actos, prueba de la gran maestría de Manet para realizar estos esbozos rápidos.

El autor está justo en el extremo izquierdo del cuadro, se ve claramente que está en su ambiente, con chaqué y chistera, las dos señoras sentadas con unos llamativos atuendos amarillos son dos viudas aristócratas muy conocidas en la alta sociedad Mme Loubens  y Mme Lejosne, con su perrito ocupando una silla ¡faltaría más!, a través de la cual Manet conoció a Baudelaire, quien aparece esbozado detrás de ellas.

En el centro del cuadro algo a la derecha está perfectamente retratado de cuerpo entero el hermano de Manet: Eugene, quien está ligeramente inclinado charlando con una señora sentada que nos da la espalda, este Eugene fue posteriormente el marido de Berthe Morisot, y justamente a su derecha sentado delante de un árbol está el compositor Jacques Offembach.

A la derecha esbozada está Vitorine Meurent la modelo de “Almuerzo en la hierba”

Está muy bien captado el ambiente relajado, reflejando una sociedad sin problemas aparentes, damas y caballeros se dedican al edificante deporte de la charla (cotilleo) y el coqueteo, las encantadoras niñas con gigantescos lazos juegan felizmente en el suelo y todo en un ambiente selecto, buena compañía, buenas amistades, buenos contactos e incluso buena música ¡que más se puede pedir! Y allí estaba Manet para captar casi fotográficamente el momento.

Pero está mal terminado, la parte inferior derecha es un montón de sillas vacías, juguetes abandonados y trazos indefinidos que quitan calidad al conjunto. Si lo comparamos con “el Moulin de la Galette” de Renoir, que es un tema muy similar, pero con otro tipo de público, veremos cómo este autor ha resuelto la corta distancia con mucho mayor acierto, aquí falta un primer plano que convenza al espectador de que él está casi inmerso en una reunión de personas de la alta sociedad parisina, pero el primer plano que Manet ha reflejado solo le separa, le hace ver que entre el espectador y aquellas personas hay una diferencia insalvable.

El propio autor nos muestra una sociedad distante, apenas reconocible, increíblemente refinada y solo accesible a aquellos que la disfrutan y que se mueven por ella como figuras distinguidas pero lejanas e incluso pienso que pintó este cuadro con la intención de que se le viera a él, que estaba entre esa alta sociedad parisina y frecuentaba sus lugares preferidos como uno más de ellos. ¡oh vanitas vanitatis!

Los caballeros de pie y las señoras sentadas es la forma de relacionarse en esa sociedad y Manet así lo retrata, no parece que lo haga con intención crítica, él ha querido retratar la refinada sociedad que frecuentaba estos actos sociales y la especial liturgia que lo componían.

No beben, no bailan solo hablan, casi seguro que cotillean, el autor no ha tenido el detalle de mostrarnos la orquesta que estaría situada en una especie de templete a cierta altura, él veía el espectáculo en la gente que le rodeaba, solo es una reunión social en la que se dan cita los elegidos y solo necesitan estar para ser conscientes de que forman la elite de la ciudad, Manet cuenta que no fue fácil para él que le invitaran a estas reuniones y que lo consiguió gracias al apoyo de Mme Loubens. 

¡Pues qué bien!

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